viernes, 19 de febrero de 2010

Los Templarios: Humildes Inicios



Mucho se ha debatido y especulado en torno a ésta orden religioso-militar a lo largo de los siglos. Siempre envuelta en el misterio, ha dado origen en las últimas décadas, a numerosas novelas, que deben su éxito, a la mejor o peor explotación de ese oscurantismo que nunca ha dejado de acompañar a los templarios, siglos después de su desaparición.

Custodios del Santo Grial, de grandes tesoros bíblicos como el “Arca de la Alianza”, adoradores del demonio, brujos y un largo etcétera de títulos, descansan hoy sobre sus espaldas.

¿Pero quiénes fueron realmente? ¿Para qué se fundó y que objetivos tenía la orden?. ¿Por qué se granjearon la enemistad del Papa y fueron perseguidos sin cuartel?.

Dar respuesta a tales interrogantes es lo que pretendo en las siguientes líneas, reflejar quienes fueron aquellos hombres, aquellos monjes guerreros, más allá del mito.

Aunque la orden fue fundada entre 1118 y 1119 (según a que cronista hagamos referencia), lo cierto es que a Tierra Santa, años antes de la conquista de Jerusalén por los caballeros cruzados en 1099, un grupo de 9 caballeros ( el número “mágico” que se repetirá hasta la saciedad en todo lo que a los templarios se refiere) llegaron hasta el lugar, con la intención de solicitar de su monarca hospedaje en el antiguo Templo de Salomón ( por lo que se les conoce como templarios) a cambio de salvaguardar las rutas cercanas a Jerusalén del ataque de los bandidos a las caravanas y los asaltos a los peregrinos.

Un número reducido de caballeros, desde luego, para tamaña misión.
Poco o nada cuentan las crónicas en estos inicios, salvo que parece que permanecieron recluidos en el interior del Templo, haciendo Dios sabe qué (de nuevo el mito planea sobre los templarios…¿labores arqueológicas?. Sea lo que fuere, no nos interesa ahora.

A partir de este momento, Hugo de Payens, uno de los caballeros fundadores regresa a Europa para reclutar a nuevos miembros, amen de obtener fuentes de financiación, para su empresa.

Con el inicio de las Cruzadas, la conquista de Jerusalén por los cruzados y la llegada masiva de peregrinos, la orden templaria (Orden de los pobres caballeros de Cristo como se conoció en su origen) empezó a cobrar importancia.

Si bien no fue hasta 1129, cuando la orden se convirtió en oficial, en el concilio de Troyes, dotándola de una regla monástica, como fue la de San Bernardo, y los atuendos clásicos por los que se les reconocía: manto blanco con la cruz patada roja y su estandarte blanco y negro con la misma cruz.

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