Generación “Ni-ni”: ¿Enfermedad Terminal?

Una nueva enfermedad se cierne sobre la sociedad juvenil española. Una enfermedad que bien podría considerarse el nuevo SIDA del siglo XXI, pero en vez de suprimir el sistema inmunológico, éste se ceba con el ánimo, la vitalidad, el espíritu combativo y las perspectivas de los jóvenes de nuestra generación.
Ha surgido pues, una generación hastiada, desilusionada y drenada de energía, que concluye el cuadro sintomático con la vulnerabilidad y la desorientación.
¿Qué virus ha originado semejante despropósito?. Mucho me temo que para averiguar las causas no debemos remitirnos a la Organización Mundial de la Salud, sino a la sociedad que conformaron nuestros progenitores, aquellos del famoso “Baby Boom”.
Unos padres enraizados en los valores clásicos de la familia, la constancia, el sacrificio y la responsabilidad, que les tocó vivir en medio de una sociedad convulsa sumida en grandes cambios políticos y sociales. Una sociedad que hubo de apechugar con aquellas circunstancias complejas para levantar y modernizar un país estanco mediante el sudor y sacrificio mutuo.
Quizás por ello, una vez consiguieron alcanzar esa benigna y placentera clase media que nos entregaron en su cénit, quisieron sobreprotegernos para que pudiésemos disfrutar desde nuestra tierna infancia de esa etapa ociosa y despreocupada de la que muchos no disfrutaron, cayendo con ello en el error de educar en la ley del mínimo esfuerzo, en el darlo todo hecho, y en no negarles nada a sus jóvenes retoños.
Craso error, que sin embargo, no ha evitado que exista otra generación paralela, la del sí-sí, aquellos que en efecto también hemos disfrutado de ciertas ventajas y beneficios de la titánica empresa de nuestros padres y sin embargo sí estudiamos, trabajamos y luchamos con ahínco, embebidos por esos valores que supieron transmitirnos.
A éste caldo de cultivo de la sobreprotección, los psicólogos y sociólogos han sumado la precariedad laboral, la falta de oportunidades y la incertidumbre sobre el futuro social como causas aglutinantes del problema.
No obstante me resulta cuanto menos un pensamiento mojigato, ya que ¿Acaso hace treinta o cuarenta años los jóvenes no comenzaban su andadura profesional desde lo más humilde del escalafón laboral, se pluriempleaban para conseguir un coche de segunda mano, o las hipotecas no devoraban gran parte de sus rentas como ocurre ahora?.
Lo que ocurre, es que el hombre es un animal de costumbres, y muchos de estos chavalines han crecido en un clima de comodidad excesiva, en el mundo de Bambi y Peter Pan y cuando salen a la calle creen que la vida les va a ir rodada como en casa y se permiten el lujo de rechazar trabajos que les sobreexplotan o echarse a temblar al mínimo indicio de competitividad.
Ha surgido pues, una generación hastiada, desilusionada y drenada de energía, que concluye el cuadro sintomático con la vulnerabilidad y la desorientación.
¿Qué virus ha originado semejante despropósito?. Mucho me temo que para averiguar las causas no debemos remitirnos a la Organización Mundial de la Salud, sino a la sociedad que conformaron nuestros progenitores, aquellos del famoso “Baby Boom”.
Unos padres enraizados en los valores clásicos de la familia, la constancia, el sacrificio y la responsabilidad, que les tocó vivir en medio de una sociedad convulsa sumida en grandes cambios políticos y sociales. Una sociedad que hubo de apechugar con aquellas circunstancias complejas para levantar y modernizar un país estanco mediante el sudor y sacrificio mutuo.
Quizás por ello, una vez consiguieron alcanzar esa benigna y placentera clase media que nos entregaron en su cénit, quisieron sobreprotegernos para que pudiésemos disfrutar desde nuestra tierna infancia de esa etapa ociosa y despreocupada de la que muchos no disfrutaron, cayendo con ello en el error de educar en la ley del mínimo esfuerzo, en el darlo todo hecho, y en no negarles nada a sus jóvenes retoños.
Craso error, que sin embargo, no ha evitado que exista otra generación paralela, la del sí-sí, aquellos que en efecto también hemos disfrutado de ciertas ventajas y beneficios de la titánica empresa de nuestros padres y sin embargo sí estudiamos, trabajamos y luchamos con ahínco, embebidos por esos valores que supieron transmitirnos.
A éste caldo de cultivo de la sobreprotección, los psicólogos y sociólogos han sumado la precariedad laboral, la falta de oportunidades y la incertidumbre sobre el futuro social como causas aglutinantes del problema.
No obstante me resulta cuanto menos un pensamiento mojigato, ya que ¿Acaso hace treinta o cuarenta años los jóvenes no comenzaban su andadura profesional desde lo más humilde del escalafón laboral, se pluriempleaban para conseguir un coche de segunda mano, o las hipotecas no devoraban gran parte de sus rentas como ocurre ahora?.
Lo que ocurre, es que el hombre es un animal de costumbres, y muchos de estos chavalines han crecido en un clima de comodidad excesiva, en el mundo de Bambi y Peter Pan y cuando salen a la calle creen que la vida les va a ir rodada como en casa y se permiten el lujo de rechazar trabajos que les sobreexplotan o echarse a temblar al mínimo indicio de competitividad.
La vacuna a tamaña enfermedad no reside tampoco en convertir en picapedreros a estos jóvenes infantes, como se ha pronunciado, sino en la tarea de empezar a cargar esas laxas y desocupadas espaldas con un poco de responsabilidad y enseñarles a enfrentarse con la vida, a madurar auque sea, a base empellones.
Todo sea, por que no pierda sentido esa pregunta tan tópica de las noches y tunantes españoles del “¿estudias o trabajas?”.
Todo sea, por que no pierda sentido esa pregunta tan tópica de las noches y tunantes españoles del “¿estudias o trabajas?”.
Hugo Jiménez Chacón
Etiquetas: Generación “Ni-ni”: ¿Enfermedad Terminal?
2 comentarios:
Lo que nos falta a la juventud creo yo es ganas de luchar o lo que es peor creer que no se puede cambiar el mundo a mejor.
Creemos que por que mucho luchemos por bajar el precio de los pisos,los pisos no van a bajar por lo tanto es mejor quedarse sin luchar,creemos que si nos manifestamos en contra de la guerra da igual por que los "mandameses" ya han decidido que la guerra es inevitable.
La verdad da un poco de lástima que una generacion tan preparada como la actual no sea mas luchadora.
Eso si cuando digo lucha exluyo toda que lleve aparejada violencia física
En efecto, Juan Carlos, como dices, nuestra generación en principio está más preparada que la estuvo la de nuestros padres, pues tenemos muchas más oportunidades de las que ellos carecían y aun así ellos seguían luchando.
Hoy en día si un joven estudiante quiere estudiar, puedo hacerlo, pues existen ayduas económicas para ello.
Salvo casos muy puntuales de familias desorganizadas o en una situación económica muy precaria que obligue a los jóvenes a dejar los estudios por un trabajo que lleve dinero a la mesa, es posible hacerlo, es posible formarse.
Incluso estando apuntado al paro, existen cursos formativos, algunos mejores que otros, pero existen.
En cuanto a la situación laboral, soy el primero que opina que la crisis nos está hundiendo, de acuerdo. Ahora bien, no nos rindamos a la primera y digamos que la cosa está muy mal sin buscar, y sin movernos del sillón. No existen "Chollos", pero en las ett´s y demás un joven si puede encontrar trabjillos que si bien no le van a pagar un piso si le pueden ofrecer algo de liquidez que aportar en casa.
Pero claro, parece más confortable el quedarse en casa de los padres, comiendo la sopa boba a costa de unos padres que llevan toda una vida de sacrificio que salir a la calle y buscar un trabajo por "cutre" que sea o apuntarse a uno de lso cursos del paro que sus ventajas tienen.
No, es mejor quedarse apotronado en el sillón y sinintentar mover un dedo, no nos vayamos a herniar, esgrimir que para que nos vamos a mover si es imposible cambiar nada.
Tiempos más difíciles ha habido hace 50 y 40 años y la gente con esfuerzo y sudor, salió adelante. Gracias a un espíritu de superación que parece que etamos olvidando
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio