lunes, 22 de febrero de 2010

El tintero olvidado: La reinserción


Durante siglos, el fin de la pena ha sido entendido como castigo. Entendiéndose este castigo desde una doble vertiente conceptual, por una parte como venganza privada y después como parte del derecho sancionador o, lo que es lo mismo, el “Ius Puniendi” del Estado.

En tiempos pretéritos, y en el caso concreto de nuestro país, en momentos no tan distantes en el tiempo, debido a circunstancias políticas especiales, este “Ius Puniendi” ha sido ejercido desde el cadalso.

No obstante, desde el siglo XIX, salvando ciertos instantes de la Historia, la pieza clave del sistema penal ha sido la pena privativa de libertad, y en torno a ella, se ha organizado todo el sistema penitenciario posterior.

Ahora bien, al mismo tiempo que esto ocurría, también comenzó a divergir la corriente doctrinal al respecto de la concepción y fines que la pena privativa de libertad debía conllevar.

Así comenzó a discutirse en los círculos doctrinales si la finalidad era el castigo entendido éste como un fundamento represivo o, si por el contrario, la finalidad ultima de la pena era el impedir que el sujeto volviese a cometer nuevos hechos delictivos, entendiendo en este caso la pena como un fundamento preventivo.

El resultado de toda ésta pugna ideológica lo encontramos en nuestra actual constitución española, concretamente en su artículo 25.2: "Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos forzados.

Sin embargo, cabe mencionar, que pese a tal precepto incuestionable, un precepto que engrosa la norma suprema de nuestro ordenamiento, bajo cuya autoridad han de someterse las distintas ramas del Derecho, incluida la rama penal, es a día de hoy una concepción desconocida, o en el mejor de los casos, poco interiorizada en la sociedad española actual.

Debido en su gran mayoría, a la labor que desempeñan los medios de comunicación y al uso poco responsable del sensacionalismo ,del que abusan, el pensamiento social de la última década ha revertido a la concepción meramente represiva de la pena.

Por el contrario, no se debe olvidar, que el fin último de la pena, en todo régimen democrático que se precie, no es la mera sanción represiva en si misma, sino la reeducación del sujeto destinada a una futura reinserción.

Es por ello, el derecho y deber, al mismo tiempo, de las prisiones españolas, el disponer de sistemas, instalaciones, herramientas y personal cualificado para la consecución de tal objetivo.


Al mismo tiempo también debería ser, derecho y deber de los españoles el no caer en ese sensacionalismo con el que nos bombardean los medios de comunicación con referencia a las penas e instalaciones penitenciarias. Pues se nos está ofreciendo una visión mitificada de que las cárceles son poco más que hoteles de lujo "con televisión y todo" por los que los delincuentes entran por una puerta y salen por otra al instante.

No nos engañemos, la prisión no es "jauja", el sistema penitenciario funciona y la duración de las penas no se ha impuesto de forma arbitraria, sino que plasma un sentimiento y deseo social de los españoles cuando se modificó el ordenamiento anterior. Un sentimiento que venía marcado por los excesos habidos en el régimen franquista.

La televisión, con ese uso desmedido e irresponsable que hace del sensacionalismo (guiada por altas esferas que pretenden con ello distraer la atención de otros problemas políticos más acuciantes) están modificando a la opinión pública para que crea que tenemos un ordenamiento penal injustamente benigno, que favorece al reo.

Lo cierto es, que en muchos casos no se debe a que exista deficiencia en la ley (que en ocasiones existe), sino a una deficiencia de medios económicos, humanos y administrativos.

También debemos tener presente, que no todo delito es fácil de encajar en un tipo penal determinado; que los medios comunicativos hacen mucho daño cuando, desconociendo el ordenamiento penal, hablan de asesinatos cuando en realidad son homicidios o robos cuando en verdad son hurtos; y por último tener en consideración que ciertas penas "irrisorias" que trascienden a las portadas, no son siempre "errores judiciales" como se nos hace ver, sino pésimas acusaciones y defensas cometidas por aboagados y fisclaes del Estado.

Los jueces en ocasiones, aun en contra de su fuero interno, se ven con las manos atadas al impartir justicia, debido a la mala actuación de la acusación o la defensa, dado que nuestro ordenamiento impide al juez hacer y dehacer a su antojo a expensas de las partes.

Como conlusión, sólo me queda esperar, que se reflexione un poco, al juzgar de "decadente" a nuestro ordenamiento o antes de que se entonen las "sandeces" que llevo escuchando ultimamente más propias de inquisidores que de ciudadanos del s.XXI.

Que las penas están para algo más que castigar, están para reinsertar en la medida de lo posible, que salvo casos puntuales que no trataré ahora, se puede conseguir

Quejemonos sí, pero de la falta de medios materiales y humanos y a la falta de cualificación que nos llevan a los errores que día a día aparecen en la prensa.


Fdo: Hugo Jiménez Chacón

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viernes, 19 de febrero de 2010

Los Templarios: Humildes Inicios



Mucho se ha debatido y especulado en torno a ésta orden religioso-militar a lo largo de los siglos. Siempre envuelta en el misterio, ha dado origen en las últimas décadas, a numerosas novelas, que deben su éxito, a la mejor o peor explotación de ese oscurantismo que nunca ha dejado de acompañar a los templarios, siglos después de su desaparición.

Custodios del Santo Grial, de grandes tesoros bíblicos como el “Arca de la Alianza”, adoradores del demonio, brujos y un largo etcétera de títulos, descansan hoy sobre sus espaldas.

¿Pero quiénes fueron realmente? ¿Para qué se fundó y que objetivos tenía la orden?. ¿Por qué se granjearon la enemistad del Papa y fueron perseguidos sin cuartel?.

Dar respuesta a tales interrogantes es lo que pretendo en las siguientes líneas, reflejar quienes fueron aquellos hombres, aquellos monjes guerreros, más allá del mito.

Aunque la orden fue fundada entre 1118 y 1119 (según a que cronista hagamos referencia), lo cierto es que a Tierra Santa, años antes de la conquista de Jerusalén por los caballeros cruzados en 1099, un grupo de 9 caballeros ( el número “mágico” que se repetirá hasta la saciedad en todo lo que a los templarios se refiere) llegaron hasta el lugar, con la intención de solicitar de su monarca hospedaje en el antiguo Templo de Salomón ( por lo que se les conoce como templarios) a cambio de salvaguardar las rutas cercanas a Jerusalén del ataque de los bandidos a las caravanas y los asaltos a los peregrinos.

Un número reducido de caballeros, desde luego, para tamaña misión.
Poco o nada cuentan las crónicas en estos inicios, salvo que parece que permanecieron recluidos en el interior del Templo, haciendo Dios sabe qué (de nuevo el mito planea sobre los templarios…¿labores arqueológicas?. Sea lo que fuere, no nos interesa ahora.

A partir de este momento, Hugo de Payens, uno de los caballeros fundadores regresa a Europa para reclutar a nuevos miembros, amen de obtener fuentes de financiación, para su empresa.

Con el inicio de las Cruzadas, la conquista de Jerusalén por los cruzados y la llegada masiva de peregrinos, la orden templaria (Orden de los pobres caballeros de Cristo como se conoció en su origen) empezó a cobrar importancia.

Si bien no fue hasta 1129, cuando la orden se convirtió en oficial, en el concilio de Troyes, dotándola de una regla monástica, como fue la de San Bernardo, y los atuendos clásicos por los que se les reconocía: manto blanco con la cruz patada roja y su estandarte blanco y negro con la misma cruz.

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Los templarios II: Escalada de Poder



Llegados a este punto tenemos que darnos cuenta del verdadero poder de los templarios. En la Europa feudal de la época, los caballeros, salvo aquellos nobles de muy alta cuna, eran hombres bravos y aguerridos sí, pero con una escasa cultura (a diferencia de lo que nos ha hecho creer el romanticismo) cuyas únicas miras eran la obtención de un feudo, del que dependían sus ingresos, su administración, servir como ayuda militar a su superior y tener una descendencia que asegurase su linaje.

Por el contrario, un caballero templario, era educado como cualquier otro monje de la época y por tanto ducho en la mejor educación que en la época se podía obtener, más aun cuando las relaciones con oriente medio nos trajeron corrientes filosóficas clásicas, matemáticas, geometría, etc. Y por supuesto no olvidemos que en adición a la cultura que recibían, se sumaba un fuerte enraizamiento religioso (con votos de obediencia, castidad, pobreza) que eliminaban cualquier atisbo de interés personal en beneficio de aquellos propios de la orden, y también, suprimían las pullas nobiliarias y políticas que en ese momento drenaban a los caballeros del continente.

El templario se formaba, únicamente para servir a Dios, por medio claro está de la propia orden. Se convertía pues, en un mero instrumento de la colectividad del Temple.

Por supuesto, no cabe mencionar, que además de la educación cultural y religiosa, el caballero del temple, como monje-guerrero, recibía una exquisita formación militar. Varias son las crónicas que en este aspecto, los describen como unos espadachines consumados, llegando a afirmar que un solo caballero era perfectamente capaz de enfrentarse en solitario a más de dos enemigos de forma simultánea.

Esto, que puede resultar presuntuoso, se debe a que ser ordenado caballero templario no era tarea fácil y no pocos quedaban por el camino. Puesto que por mucho que siempre que se hable de los caballeros templarios nos venga la imagen de guerreros de blanco impoluto con su distintiva cruz en escudo y capa, lo cierto es que estos eran la elite dentro de la organización. Lo más común, el grueso militar por así decirlo, estaba formado por centenas de “sargentos” que eran aquellos aprendices de caballero o bien curtidos veteranos que, por una u otra razón, jamás pudieron ascender a la categoría de “caballero templario de pleno derecho”, pero no por ello, eran menos diestros en combate.

Además, no debemos olvidar, al grueso de hombres, quizás no duchos para el combate, pero si para las finanzas u otras virtudes importantes para la orden, que ejercían tareas “de despacho” imprescindibles para su desarrollo.

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Los Templarios III: El ocaso de un sueño


El temple no sólo cobró relevancia por sus importantes hazañas militares, que también, sino que supieron sacar ventaja de todo aquello que encontraron de positivo en su relación con aquella lejana tierra. Avances matemáticos, arquitectónicos, científicos, médicos, económicos…que no hacían más que acrecentar su poder. Así pues, no es de extrañar, que comenzasen a levantar envidias y suspicacias a su paso.

Se convirtieron en grandes banqueros europeos, que hacían préstamos incluso a los reyes a cambio de ciertos privilegios que les hacían cobrar cada vez más poder.

En poco menso de un siglo, su poder e influencias se habían extendido de forma alarmante y algunos nobles y reyes veían con temor la posibilidad de que se llegasen a organizar en ciudades estado, monopolizando un día el poder real e incluso papal. Pues sus integrantes estaban posicionados en estratégicos puestos de poder y cada vez más reyes contraían deudas importantes con la orden, que iban drenando su poder a favor de esta, mediante concesiones y privilegios cada vez más osados.

El Papa era consciente de ello. Las cruzadas habían fracasado por una suma de factores, entre ellos el desgaste, los conflictos nobiliarios en Europa que hacían volver a los caballeros, la imposibilidad de obtener los mismos botines que en los saqueos y quizás la más importante de todas las razones: el fin de la imagen del caballero estaba próxima.

Y es que, en efecto, la estampa del aguerrido caballero contemplaba el ocaso de sus días.

La guerra y las tácticas militares están en constante evolución, y el caballero se convirtió en una herramienta obsoleta y muy cara de mantener.

En Europa avances como la ballesta, que podía atravesar fácilmente cualquier tipo de armadura y cuya fabricación y entrenamiento para su uso eran irrisorios, y la pica, arma defensiva espléndida contra la caballería y que tantas bajas ha causado entre sus filas, se estandarizaron, relegando el papel de los caballeros a meros apoyos de la infantería ( donde ahora residía la verdadera importancia de la batalla). Un apoyo excesivamente costoso, pues había que alimentar a los caballeros y a su séquito de sirvientes, otorgarles feudos, etc, mientras que los simples hombres de armas a caballo (estos no eran nobles sino soldados) por una “soldada” (un sueldo) eran capaces de acometer tales empresas de igual modo que un caballero y además si eran capturados en combate, ni se planteaban los generales en pagar un rescate por ellos.


Así pues, como mencioné anteriormente, el hecho de que los templarios se hubiesen convertido en los acreedores de media Europa (incluidos grandes nobles y monarcas), que los templarios no se supeditasen nunca al Papa de Roma (para evitar que la Santa Sede metiese la mano en sus arcas) y al, no menos importante, hecho de que los caballeros tenían los días contados, conspiraron junto con el Papa y el ambicioso rey Francés Felipe “El Hermoso” para acabar con este gigante religioso militar y hacerse con todos sus bienes….algo que no conseguirían…

Pero el proceso contra temple, forma parte de otra historia, que en su día comentaré

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miércoles, 17 de febrero de 2010

Crisis: El fin de las rotativas

Triste es el reconocerlo, pero la prensa escrita, la cotidiana, aquella que nos nutre cada mañana con toda la información del complejo mundo del día a día, afronta, con cierto estoicismo, el fin de sus días.

Y es que la prensa escrita, y me refiero a esa de papel, no a quella cuyos carácteres inundan la red de redes, lleva ya varios años dedicacada a un público "adulto", incapaz ya, de captar a jovenes lectores amateurs, pese a los esfuerzos de mayor o menor acierto, de sus editores.

Pero...¿Cuál es la razón de fondo de éste probelma?. A primera vista bien podría traducirse este hecho en una total pasividad y falta de interés por parte del público joven en los graves problemas de índole política y social, tanto a nivel nacional como internacional por los que navega, o zozobra, nuestro país.

Bien, ésta sería una posibilidad, pero me niego a creer que la joven sociedad española esté plagada de tanto parásito social, que pase sin pena ni gloria por la vida.


La otra posibilidad, por la que el que suscribe estas líneas se inclina, es la de que las nuevas tecnologías han sabido levantar un camino de baldosas amarillas, más que atractivo, a los internautas, una vía más rápida, directa y "económica" que les suministra la información que desean, cuando y donde ellos quieran.

Así pués, salvo los diarios deportivos, que seguirán manteniendo su posición, al menos por un tiempo, debido a su organización, maquetación, y dinamismo, que los hace atractivos paralelamente a la información deportiva online, los diarios generalistas parecen haberse cubierto, a ojos inexpertos, con una capa de senectud y estatismo. Y porqué no decirlo, si a las nuevas generaciones, y siempre cayendo en la generalidad, les espanta el tener que leerse un libro de cierto peso ideológico por lo "tocho" de su lomo, van a querer por voluntad propia sumergirse en páginas y páginas de información, cuando la prensa online les ofrece esa información medianamente mascada.

Llegados a éste punto, quiero desligar a la prensa escrita gratuita de éste problema, considerándola no afectada, sino parte del problema añadido a la crisis del diario escrito, del diario clásico, pues esta novedosa gratuidad plagada de errores, cuyos redactores se contentan con hacer un corta y pega de la noticia directamente suministrada por las agencias informativas y cuya calidad desvirtua más el hecho noticioso que bien hace en difundirlo.

Ante lo expuesto, son muchos los editores que durante lso últimos años están clamando a oidos sordos, un cambio en el modelo actual que apueste por la multiplataforma, que no se caiga en errores pasados como cuando se luchaba contra la radio, la televisión o la revista, sino que se apueste por la sinergia con internet, con los móviles; un cambio en los canales de distribución del papel y mayores y eficientes ayudas del gobierno español por fomentar la lectura y dar una mayor relevancia y empuje a las instituciones y colegios para que aunene esfuerzos en esta dirección.

Pese a todo este esfuerzo, tardío en mi opinión, creo que los principales diarios escritos, están viviendo el ocaso de sus días y que más tarde o más temprano acabarn replegándose a sus bastiones online, desde los que se lanzarán a los nuevos teléfonos móviles, ordenadores personales y lso nuevos libros digitales...pagando definitivamente las rotativas, y relegándolas a algún múseo donde acumulan polvo los grandes inventos del pasado.

Fdo: Hugo Jiménez Chacón

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miércoles, 10 de febrero de 2010

Punk Generation


De mitos, historias, leyendas y culturas olvidadas, trata este blog, que amigo lector tienes ante tus ojos. Pero no toda cultura olvidada es aquella que descansa entre el polvo de la Historia.


Hay algunas, expresiones culturales o simples movimientos de rebeldía contra lo establecido, que aunque posibles de identificar y reconocer en nuestros días, se quedan en lo vanal, pues aquella fuerza y creencia social que las creó...hace tiempo que se diluyó y fue olvidada.


Así, mientras hace algunos años, fotografíaba las cercanías del Candem, y una joven se cruzó con mi objetivo quedando inmortalizada, me asalató la historia que voy a relatar, que no tiene más intención, que hacer comprender, que no hay que remontarse largos siglos atrás en la Historia, para darse cuenta que pronto se difumina la verdadera razón que movió ciertos acontecimientos, para quedarse tan sólo en una mera anécdota que pasará de boca en boca, desprovista de toda furza y sentido.


"Comienza a caer el ocaso en una soleada tarde de Abril en las calles londinenses cercanas al Candem, mientras una solitaria joven, de estética Punk, camina abstraída en sus propios pensamientos, ajena al mundo que le rodea. Quizás…pensando en como cambian las concepciones humanas.

Allí está ella, como un estandarte de lo que se consideró un gran movimiento trasgresor allá por las hoy lejanas décadas de los 70, en donde en esas mismas calles donde ahora pisa, en esos barrios húmedos y neblinosos de una sociedad inglesa saturada de clichés y normas conductuales opresivas, estereotipos y convicciones asfixiantes nació la revolución.

Un movimiento estético del “hágaselo usted mismo y cuanto más extravagante mejor”,cultural cuya máxima era “hazlo a tu manera” y musical como aquellos Sex Pistols que se alzó entre los jóvenes como un desesperado grito de rebeldía contra los roles sociales y la hipocresía dominante, una lucha contra los falsos dogmas.

Una lucha social que usaba como arma la trasgresión como modo de incomodar y romper los rígidos moldes socioculturales, que cuestionaba todo aquello que venía preestablecido y que despreciaba la moda y a los medios por la manipulación exacerbada que desempeñaban contra la conciencia colectiva.

Aquellos héroes de la trasgresión y la lucha contra los pilares de la sociedad, que eran señalados con el dedo y caminaban envueltos en los susurros de las gentes. Esos hombres y mujeres que se fueron diluyendo con el trascurrir de las décadas, algunos silenciados e hipnotizados por aquella sociedad que pretendían derribar y reconstruir en tres días, otros, sin embargo, aun fieles a sus ideales, ven como aquel movimiento que ayudaron a construir se ha convertido en una simple moda pasajera de jóvenes que lo único que entienden por Punk son unas crestas “molonas “y alguna canción como “God Save the Queen” o “Holidays in the Sun” que ni siquiera son capaces de comprender.

Y mientras ésta anónima “Chica Punk” camina por las calles del Londres actual, no siente en su espalda clavados los ojos sorpresivos de la muchedumbre o los dedos que la señalan como una de esas heroínas del pasado. Porque, pese a su intención de trasgredir, ella sabe que ya no le es posible, pues las gentes la ven como a uno más y por tanto pasa totalmente desapercibida, como una mera carcasa desprovista de la energía de la revolución".



Foto original del autor de éste blog, Hugo Jiménez Chacón "De la Transgresión a la Indiferencia

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lunes, 8 de febrero de 2010

Finisterre: A costa da Morte

La costa de la muerte....finisterre, el fin de la tierra.

Éste es el tema que vamos a tratar hoy, el histórico punto de la geografía gallega, que ahonda sus raíces en el mito y las creencias ancestrales de sus antiguos pobladores.


El Cabo de Finisterre, es famoso por ser el punto final, el culmen, del consabido Camino de Santiago. Aunque muchos hoy en día lo desconozcan, ya que en las últimos tiempos, la Iglesia haya fijado el cénit del peregrinaje en la tumba del "apostol". Quizás, por dejar a una lado esa simbología pagana que de algún modo sigue despertando finisterre en las mentes de los hombres.



También famosa es, ésta mítica costa, por su nomenclatura de la costa de la muerte, llamada así, según cuentan algunos, por cierta tendencia arraigada durante generaciones en su antiguos habitantes, de crear falsos faros con los que engañarían a los buques mercantes ,para conducrilos hacia sus escarpados acantilados, donde naufrgarían dejando su valiosa carga a merced del pillaje.

Historia esta, defendida y atacda a partes iguales, tanto por historiadores de la cultura local, como por sus actuales habitantes, impélidos a defender el buen nombre de sus antepasados.

No es mi intención por ahora, profundizar en que hay de cierto o falso en todo ello, ni de las pruebas en las que algunos se basan para apuntar en una u otra dirección.

Mi intención es otra, la de mostrar la otra cara por la que Finisterre siempre tendrá ese toque de misticismo, relacionada con esos términos de final de la tierra y de costa de la muerte.

Y es que, mucho antes de cualquier peregrinaje al "Campo de la Estrella", más allá incluso de los tiempos de la Hispania Romana y de las visitas de Lucio Anneo Floro, en aquellos días del sespertar de aquellos pueblso indoeuropeos que más tarde se les denominaría "celtas" finisterre o finisterra tenía ya su relevancia en las creencias populares.

En el plano terreno, era el fin de la tierra conocida, el punto de no retorno, más allá no había nada salvo oceáno y muerte, el hades, del que nadie volvía. Creencia que se virfucaba en una corriente simbólica e incluso religiosa se podría decir.

Curiosamente, o quizás no tenga nada de aleatorio, el camino de la vía láctea, recorre todo el llamado camino de Santiago y va a morir en el cabo de finisterre. Y es que antiguamete el camino de la vía láctea no era otro, que el camino de las ánimas en su camino al otro lado, al hades...curiosamente, allí donde hoy, cerca de Muxía, se iyergue, aun imponente, el Cabo del Fin de la Tierra, la Costa de la Muerte...¡Fisterra!




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